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Made in Spain

Siempre admiré el savoir faire de las firmas de haute couture francesas, los elementos identificativos de la estética italiana y la versatilidad de las marcas de moda que están bajo el sello estadounidense. Alababa el talento de fuera pero ¿acaso me estaba olvidando del ingenio que residía dentro de nuestras fronteras?


Dichosas sean las comparaciones, siento que todas ellas están condicionadas por las capacidades económicas y la historia particular de cada individuo. Pero siempre he sentido cierto resquemor al ver el éxito de las semanas de la moda internacionales y comprobar que dentro de las más importantes, el sello español cuenta con poco protagonismo. Afortunados aquellos que pueden escalar hasta llegar a las pasarelas más reconocidas.


Comencé a indagar más en la moda española y poco a poco me fui enamorando del Made in Spain. Gilles Lipovetsky en el análisis sociológio "El imperio de lo efímero", comentaba que la moda tan solo es "uno de los espejos donde se ve lo que constituye nuestro destino histórico más singular: la negación del poder inmemorial del pasado tradicional, la fiebre moderna de las novedades, la celebración del presente social". Ciertamente, la moda que nace en España, es el reflejo de los pequeños talleres que mantienen su maquinaria operativa desde hace décadas y no han dejado de funcionar. Y en el ADN de todas ellas, encontramos el gen que busca preservar esta tradición, gracias a la cuál la moda puede considerarse un arte.


He tenido la oportunidad de escuchar las palabras de diseñadores como Carlota Barrera, Dominnico, Malné y Palomo Spain, algunos de los nombres que están elevando la moda española, bajo el sello de la sostenibilidad. Todos ellos, nombres jóvenes con trayectorias prometedoras que se unen en una misma lucha; poner en valor el talento español.

"La autenticidad es algo precioso que no solo hay que cuidar sino fomentar. No todas las marcas acceden al estatus de auténticas. Ser auténtico es tener un universo propio y vivir en el imaginario colectivo; es tener una historia y respetarla; es cultivar unos valores desde el inicio y trabajar cada día para que sigan vivos. Honrar la herencia, lo que no es incompatible con adaptarse a los tiempos. Pero la esencia debe estar siempre por encima de la modernidad" (Inmaculada Urrea).

Siento que la pasión por la moda, con la llegada del fenómeno fast fashion, se esfumó. Coincido con Marta D.Riezu cuando dice en su libro "La moda justa" que “lo único que consiguió es devaluar nuestra percepción de la ropa, presentándola como desechable. Es una idea perversa que lleva a una relación disfuncional con nuestro armario: algo debe ser abandonado no porque no sea útil sino porque ya no es tendencia, porque no tiene un valor social”. Nada más lejos de la realidad. Con el exponencial éxito del enemigo de la moda, hemos desarrollado el concepto de obsolescencia: Tenemos tantas alternativas al alcance de nuestra mano, que somos incapaces de desarrollar sentimientos hacia las prendas. Rápidamente nos cansamos de una camiseta y deja de parecernos bonita e interesante cuando se populariza. Pero claro, por ese precio tan barato qué más da comprarme camisetas con más frecuencia.


Estamos dando un paso atrás, retrocediendo un siglo atrás, cuando la figura del modista era la más aclamada en la industria. Reconectamos con la belleza de la tradición, del Made in Spain. Siempre he creído en el potencial que hay dentro de España, y que algún día, nuestro país dejará ser meramente inspiracional para grandes maisons de moda y será respetada por el resto de capitales mundiales de la moda.





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